Adiós a El Cuaderno del Yeti

Llevo dándole vueltas a esto muchos meses y ya por fin he tomado la determinación: Dejo mi sección en el fanzine El Cuaderno del Yeti.

Sí, sí, ya lo sé ¡Paren las rotativas! ¡Las acciones de Endesa caerán por esta decisión! ¡Obama dimitirá! Noooo.

Fuck you.

No, realmente la sección en sí nunca ha tenido una importancia tremenda (dudo mucho que sobrepasara las 300 descargas por número, siendo amables) y tampoco es que me quitara excesivo tiempo, pero no lo hacía con ganas.

Cuando dije que sí a meterme en el fregao de escribir un artículo de dos páginas mensuales por amor al arte, tenía dos objetivos en mente:

1. Hacerme algo de nombre: Bueno, objetivo completado. No creo que pueda llegar más lejos con esta revista. Mi nombre ya salía en mayúsculas en la cuarta página de cada número ¿Qué mas quiero?
2. Tener la experiencia de hacer un cómic comunitario: Ahí si que falló. Realmente... ¿Qué esperaba conseguir? A ver, todos trabajamos desde nuestras casas, así que nunca existió esa sensación de unión porque, básicamente, era un grupo de gente separada que hacía cosas sobre un tema común.

Yo intenté involucrarme, proponer temas, conseguir retroalimentación de alguna forma y sí, algunas migajas me llevo (y las atesoro con cariño), pero mi objetivo no se ha visto cumplido.

Así que aquí termina una etapa. Un año escrbiendo (y dibujando) para El Cuaderno del Yeti se queda aparcado y aparecerá en mi currículum dignamente, pero no puedo seguir con ésto. No disfrutaba escribiendo esto porque siempre lo hacía en el último momento, deprisa corriendo y sin parar para corregir o siquiera emocionarme con lo que hacía.

Así, la calidad del texto se fue diluyendo, junto a mis ganas.

En fin, que hoy he entregado mi última colaboración: Será en el número de Febrero, dedicado a San Valentín que, con algo de suerte, saldrá la semana que viene.

Disfrutad lo que queda y espero daros nuevas noticias en breve.

Taluego!