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martes, marzo 07, 2006

DRAGONES

Los dragones son criaturas fascinantes. Al ser criaturas mitológicas, toda la información que oigas puede ser verdad, aunque se contradiga ¿Qué tienen forma de serpiente gigante con plumas? (Sigo hablando de los dragones, no de Sara Montiel…) ¿Qué no, que tiene forma de lagarto con alas? Todo vale. Da igual como sean los dragones: Avariciosos, gentiles, bondadosos, violentos, impredecibles, sabios, prepotentes. Sigue habiendo magia en ellos. La magia es algo innato a estas leyendas. Que éstas son dragones o si es Ricky Martin dentro de un armario, todo se convierte en magia ¿Y sabéis porqué? Porque la opinión de una persona cuenta.

Hace casi 2000 años flagelaron a un judío hasta la muerte (Y a 150 más ese mismo día, pero eso se obvia muchas veces…), ahora todos le conocen como “El hijo de Dios”. Pero si te remontas 1000 años sólo era su profeta, y si te remontas otros 1000 era un tío que decía cosas muy interesantes sobre que las cosas debían ir mejor… ¿Qué ha cambiado? ¿Jesucristo? ¿O la visión que tenemos de él? Con todas las leyendas ocurre lo mismo (Ricky Martin todavía no ha salido del armario, pero hay quien dice que sí lo hizo…), seguramente los dragones en su principio no eran más que salamandras gordas que salían de entre los restos de un incendio, pero ahora, son magia. Si alguien se hubiera molestado en decirle a otro alguien que las salamandras aguantan muy bien las altas temperaturas, quien sabe, a lo mejor no existirían los dragones…

Y eso es lo mejor de los dragones, si una buena persona empieza una historia sobre un lagarto enorme que volaba y salvaba niños de las garras de padres malvados, seguirá siendo un dragón. Si algún cabrón empieza a hablar sobre una serpiente bicéfala que escupe fuego y destruye poblados de infieles, también será un dragón. Ellos, en mi opinión, por encima de (casi) todas las criaturas mitológicas, nos muestran tal como somos. Y sobre todo, como querríamos ser…

PD: El pobre Uwe Boll no se ha llevado el Razzie al peor director de cine… Lástima, con lo que se lo había currado… El dragón de Uwe Boll es ciego, sordo y está ebrio. Seguro.

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