Ayer, dos horas de retraso, caos en el aeropuerto, muerte y destrucción.
Nada más llegar, dejé las cosas en mi casa y me largué (por el camino, vi a unos tíos disfrazados de Mario, Luigi, Bender y un pollo) con Víctor y unos amigos suyos de marcha por Huertas y Tribunal.
Volví a casa después de probar tres cervezas nuevas (dos de ellas destiladas en el propio bareto, Naturbier y Magister) y me volví a casa tempranito, donde me esperaba mi regalo de cumpleaños atrasado de parte de mi hermana: este juego de LEGO (que básicamente es una variante del Mastermind).
Y ahora, me piro al rastro, que siempre mola.
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