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lunes, agosto 06, 2007

Pingüino Camina Conmigo

Como suelo hacer, he descubierto otra cosa tarde: Twin Peaks. La serie me tiene muy rallado con ese argumento intrincado que ya ninguna serie se atreve a emular. Eso sí, (TODOS) los personajes están como una puta cabra, y no sé si es porque fluorizan el agua o si en ese pueblo hay un caso de endogamia masiva (Yo apuesto por una mezcla de ambas).

El caso, que me ha dado por escribir cosas estúpidas, y lo que sigue es un pequeño relato surrealista usando como comienzo una idea de un amigo que jamás desarrolló.

Para ¿disfrutar? al máximo la lectura, os dejo la música de Twin Peaks, para que la pongáis de fondo mientras leéis.


PINGÜINO CAMINA CONMIGO

Llaman a la puerta y acudo a abrir. Es un pingüino con un maletín (Muy elegante, por cierto) y un pequeño sombrero negro. Me saluda con una reverencia y se presenta:

- Buenos días, soy su abogado.

Hacía tiempo que no tenía abogado. Desde que mi cuarto abogado fue devorado por una manada de termitas drag-queen, nadie ha querido saber nada de mí. Fue por eso que tuvo que representarme Vin Diesel en mi último caso... Con escasos resultados.

- Pase, pase - Le contesto, ya que mi madre me dijo que nunca debo soliviantar a un pingüino. Lo que no sabía ella es que es más peligroso soliviantar a una sombrilla de playa. - ¿Le puedo ofrecer algo de beber?

- Dos dedos de Licor del Polo, si puede ser.

Voy al cuarto de baño con un vaso de whisky (El limpio) y le preparo el cóctel. Mientras tanto mi abogado abre su maletín sobre la mesita del salón y vacía su contenido. Me siento en el sillón de enfrente mientras le ofrezco su bebida, yo no me sirvo nada (Desde lo ocurrido en Milwaukee no he vuelto a beber hasta después de las 7 de la tarde).

- Veo su caso y me da asco, señor...

- Scott, Michael Scott.

- Lo sé. - Replica el pingüino, blandiendo mi ficha policial. - Estas cosas no se hacen si no quieres terminar como un tranchette.

- ¿Aplastado?

- No. Semi-fundido y envuelto en plástico.

- Lo sé. Pero no tuve opción. El hombre del peaje no tenía cambio de 2 céntimos ¿Qué habría hecho usted en mi caso?

Mi abogado me escruta con la mirada. Intenta ver algún signo de culpabilidad, pero yo la perdí hace tiempo, en una timba ilegal en Miami. Pero al menos salí de allí con zapatos. El pingüino da un trago a su bebida y vuelve a mirar sus papeles sin decirme nada. Entonces, sin siquiera volver a mirarme, me espeta:

- Por curiosidad ¿Cuál es su versión de los hechos?

- Soy inocente. El único delito que cometí fue ser amable con otra persona.

- No según el estado de Nevada, señor Scott.

- Los otros 214 cargos son puramente circunstanciales.

- ¿Tiene idea de lo que significa la palabra "circunstancial"?

- Hmmm, la definición científica no la conozco.

- Exacto.

Lo que más me irrita de la situación es que no se ha quitado el sombrero durante toda la conversación. Saca una grabadora y la pone encima de la mesa.

- Bien, cuénteme su historia.

- Entiendo. - Respiro profundamente y empiezo a hacer memoria. - Todo empezó con esa competición de ñús salvajes del Caribe.

- ¿La de carreras ilegales ó la de sorbete de limón?

- No, no. Me refiero a la de tiro al blanco. Yo tengo... tenía un trabajo a media jornada como cuidador de ñús salvajes y tenía el importante cargo de "levantador".

- ¿En qué consiste exactamente?

- Levantarle el rabo al ñu para que los proyectiles salgan sin dificultades. Es un trabajo duro y mal pagado.

- Comprendo. - El maldito abogado está escribiéndolo todo como si fuera la maldita lista de la compra. - Prosiga.

- El hecho es que íbamos segundos, pero poco a poco rebajabamos la ventaja que tenía el que se encontraba en primera posición. Y entonces nos quedamos sin proyectiles. Si conseguíamos impactar sobre 3 castores más hubiéramos empatado en el primer puesto, pero no teníamos proyectiles y nuestro comedor de aceitunas estaba tan nervioso que se había tragado cinco. Así que no podíamos confiar en él.

- Y por eso le asesinó.

- No, eso viene después. El entrenador estaba viendo la falta de proyectiles y decidió jugarse el todo por el todo. Sacó la cartera y empezó a insertar los céntimos para usarlos como proyectiles. Los dos siguientes disparos impactaron en dos castores y, además, nuestro oponente había fallado. Pero el entrenador se quedó sin proyectiles y me pidió que le diera otro. Yo, en principio, me negué, sabedor de que debía pagar el peaje, pero insistió tanto que tuve que cederle mi céntimo.

- ¿Y qué pasó?

- Fallamos el tiro. Nos quedamos segundos.

- Lástima.

- Lo sé.

El pingüino apaga la grabadora, la mete dentro del maletín religiosamente y luego se come el resto de papeles. Cierra el maletín y se levanta.

- Bueno, una vez está todo explicado, creo que podemos ganar el caso.

- Me alegro de saber eso. Si necesita saber algo más...

- No. - Mi abogado me corta bruscamente. - No vuelva a hablar con nadie hasta el juicio. Su vida podría correr peligro si no lo hace así.

- Entiendo ¿Le acompaño a la puerta?

- Sólo si tienes intención de abrirla para que pueda salir.

- Claro.

Cierro la puerta tras mi abogado. Suspiro profundamente y busco la botella de brandy con la mirada. La encuentro dentro del cesto de la ropa sucia. La abro y me sirvo un vaso. Son exactamente las 7 de la tarde.

- Puto Milwaukee...


* * * * * * * * * *


Bien, hasta aquí la primera parte de Pingüino Camina Conmigo. Como postre a los que hayan conseguido leerse todo el relato y llegado hasta aquí, les diré que he visto Ratatouille y De Profundis esta semana y ya están sus respectivas críticas en el sublog de cine. Además mañana iré a ver Planet Terror y El Guía del Desfiladero, así que tendréis unas cuantas críticas más...

Y de paso anuncio que el jueves me piro para Madrid a pasar calor y pasar de todo lo demás, así que no creo que escriba en el blog desde el jueves hasta el miércoles que viene, que conste.

Y nada más, sólo la duda existencial de la semana:

DUDA EXISTENCIAL:

¿Quién come almohada? ¿Apollo, Midnighter o se turnan?

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